El Sello del Valle de Casablanca
Tal como ocurre en el mundo del vino, en el mundo de los aceites de oliva también ocurre que cada valle entrega diferentes características al aceite de oliva que ahí se obtiene, otorgándole a éste un sello que en algunos casos puede ser único.
Durante su crecimiento, las olivas siguen un proceso en el que progresivamente van adquiriendo diferentes características y desarrollando diferentes aromas junto con el aumento de acumulación de aceite, siendo este último uno de los criterios de mayor relevancia al momento de programar el inicio de la cosecha.
La madurez de la fruta al momento de la cosecha es un factor protagonista al momento de establecerse el tipo de frutado de un aceite de oliva, pudiendo este ser maduro o verde dependiendo de la madurez de las olivas al momento de la cosecha.
Por lo general los aceites maduros presentan notas aromáticas más dulces, mientras que en el caso de los aceites verdes predominan las notas a hierba y hoja de tomate entre otras, altamente valoradas por los consumidores debido al frescor que dicho aroma entrega a las preparaciones en que se utilice el aceite. Por otro lado, aquellos aceites más verdes pueden desarrollar características en boca tales como amargor y picor, los cuales en correcto balance pueden resultar en un armónico y sofisticado aceite de oliva.
En Chile existen diferentes valles de clima cálido, los cuales se caracterizan por sus elevadas temperaturas durante el día, las cuales favorecen una correcta maduración de la fruta dando origen en muchos casos a aceites de oliva de mayor madurez. Algunos de estos valles suelen estar ubicados en la zona más interior de nuestro país y alejados de las costas.
Respecto a los valles de clima frío, éstos se diferencian claramente de los anteriores por sus temperaturas moderadas, las cuales favorecen una maduración más tardía de la fruta. En esta categoría se encuentra el Valle de Casablanca el cual, al ubicarse cerca de la costa, recibe influencia directa del Océano Pacífico, el cual resulta un moderador de las temperaturas favoreciendo una maduración más lenta de las olivas y una consiguiente obtención de aromas de notas más verdes como los mencionados anteriormente.
En este contexto, Izaro resulta ser un aceite de oliva emblemático del Valle de Casablanca, en el cual se destacan sus armónicas notas verdes tales como hoja de tomate, hierba fresca y plátano entre otros aromas, los cuales se obtienen a partir de la lenta maduración de sus variedades Frantoio, Arbequina, Arbosana, Coratina y Leccino, las cuales muchas veces, dada su cosecha antes de la madurez total de la fruta, desarrollan igualmente sofisticadas notas en boca que hacen de Izaro un galardonado aceite de oliva.